La refracción es el proceso mediante el cual la luz se dobla al entrar en el ojo, permitiendo que se enfoque correctamente en la retina. Entendamos cómo funciona este fenómeno y su importancia para una visión clara.
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La córnea es la capa transparente en la parte frontal del ojo que ayuda a enfocar la luz en la retina. Su curvatura es crucial para la refracción correcta de la luz, lo que permite una visión nítida.
La pupila regula la cantidad de luz que entra en el ojo, adaptándose a diferentes condiciones de iluminación. Este ajuste es esencial para una refracción adecuada y una visión clara.
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El cristalino, situado detrás del iris, permite el enfoque adicional de la luz y la adaptación a diferentes distancias, cambiando su curvatura para enfocar objetos cercanos y lejanos.
La retina contiene los fotorreceptores que convierten la luz en impulsos nerviosos, los cuales son enviados al cerebro para interpretar las imágenes que vemos.
La ametropía incluye problemas como miopía, hipermetropía y astigmatismo. Se corrigen con gafas, lentes de contacto o cirugía láser para una refracción adecuada y una visión clara.
La acomodación permite que el cristalino cambie su forma para enfocar la luz en la retina al mirar objetos a diferentes distancias, manteniendo así una visión clara y enfocada.
El poder refractivo del ojo depende de la curvatura de la córnea y el cristalino, así como de su distancia entre ellos. Un poder refractivo adecuado permite una imagen clara en la retina.
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